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La figura del empresario: una revisión desde el pensamiento de Ludwig von Mises

Sita de Abreu Sousa, estudiante de Estudios Liberales, Universidad Metropolitana.-

El gran exponente de la Escuela Austríaca de la Economía y propulsor del liberalismo político ofrece piezas de pensamiento que fortalecen el rol del empresario.

Fuente: Centro Mises

En economía, como en todas las ciencias, se han suscitado serios debates en torno a la metodología y la epistemología que la sostiene. Comúnmente se piensa que la ciencia económica da tratamiento a su objeto de estudio por medio de curvas de indiferencia, las curvas de demanda-oferta, de costes y demás constructos teórico-matemáticos diseñados a partir del estudio empírico y verificable. Sin embargo, detractores de los excesos positivistas destacarán que los estados de equilibrio representados en estos constructos rara vez se producen en la realidad y que el objeto de estudio de la ciencia económica no son hechos objetivos que puedan medirse o verificarse. De esta manera, propugnan renunciar al cientificismo exacerbado para abrazar otras metodologías que den cuenta de los hechos subjetivos, ideas y valoraciones subyacentes al comportamiento de los agentes económicos.

Una de ellas es la propuesta por Ludwig von Mises (1881-1973), reconocido economista  de la Escuela Austríaca que desarrolla la idea de que los estudios de la ciencia económica pueden hacerse de una forma deductiva y apriorística, desarrollando así una teoría general de la acción humana: la praxeología. Se trata de una metodología basada en el axioma de que la teoría económica trata principalmente sobre los hombres y su acción conscientemente dirigida hacia la consecución de determinados fines. En este sentido, Von Mises es enfático al afirmar que la economía no se ocupa de dichos fines, sino de los medios para conseguirlos.

Ahora, surge la pregunta: ¿cuál es la relación entre la acción humana teorizada por Von Mises con la figura del empresario? Para explicarlo, Von Mises hace una aseveración que quizás todos conocemos intuitivamente, pero que de vez en cuando hace falta hacer explícita a fin de entender sus implicaciones para la actividad económica: “No podemos ni siquiera imaginar un mundo en el cual la gente actuara sin perseguir beneficio psíquico alguno y donde la acción no provocara la correspondiente ganancia o pérdida” (Von Mises, 2011, p.352). Dentro de este mundo donde la acción orientada al beneficio es clave, el empresario surge como la encarnación de dicha máxima.

El empresario es, en primera instancia, un hombre que actúa, pero dado que para Von Mises todos los hombres lo hacen, lo que constituye su diferencia específica es el hecho de que organice los factores de producción con el fin de generar ganancias; su acción está movida por el egoísmo, pero si quiere satisfacerlo, debe necesariamente atender a las necesidades, deseos e intereses de los consumidores.

Von Mises hace una distinción entre las ganancias y los ingresos de los empresarios: los ingresos son resultado de una mayor producción material, lo cual es consecuencia, a su vez, de factores como una mejora técnica, por ejemplo. En cambio, las ganancias empresariales son aquellas que se generan del hecho de haber previsto atinadamente las demandas de los consumidores y de haber actuado en concordancia con esas predicciones. En razón de ello, Von Mises (2011) asevera: “El empresario, como todo hombre que actúa, es siempre un especulador. Pondera circunstancias futuras, y por ello invariablemente inciertas” (pp.352-353).

Esta última aseveración es importante porque plantea un problema intrínseco a toda iniciativa empresarial: así como en materia económica no es posible prever nada con seguridad, dado que el comportamiento de los individuos involucrados no es inconmovible y siempre conlleva un grado de incertidumbre que solamente permite una aproximación probabilística, el empresario debe especular sobre un futuro en el mercado del que no puede estar absolutamente seguro. Requiere, por tanto, de un cierto olfato, de la prudencia de poder discernir cuál es el momento adecuado para actuar y cuáles serán las consecuencias.

Paradójicamente, es esta incertidumbre la responsable tanto de las pérdidas como de las ganancias empresariales, según sea el caso. Esto es así porque, si todos conocieran el estado futuro del mercado en relación con una mercancía en particular, esta tendría un precio equivalente a los factores de producción. En cambio, el desacoplamiento existente entre el precio de los factores de producción y el precio del producto final es el origen de las pérdidas o de las ganancias (Von Mises, 2011, p.352-353). De modo que quien resulta beneficiado de esta situación es el empresario que más sepa aprovechar las oportunidades y especule mejor sobre las perspectivas a futuro. En estos casos, la capacidad creativa es fundamental para hacer la diferencia entre pérdidas y ganancias.

Esta descripción del empresario que emprende Von Mises y que luego inspiraría las investigaciones de economistas posteriores -Israel Kirzner, Murray Rothbard- no es poca cosa. En efecto, para nuestro autor la función empresarial es el motor de la economía de mercado, pero, curiosamente, ello no conduce a la preeminencia del empresario, sino a la de los consumidores, ya que son ellos, con sus decisiones y preferencias, los que condicionan las pérdidas y ganancias. Esta situación impele a los empresarios a tomar en cuenta a los consumidores, quienes, a su vez, son los que tienen la última palabra y deciden indirectamente en que los factores de producción sean puestos en las mejores manos.

El empresario y su iniciativa, su creatividad, su capacidad de generar información, de aprovechar oportunidades y crear nuevas circunstancias son precisamente las razones por las cuales Von Mises argumenta que el estudio de la acción humana es fundamental para entender los fenómenos económicos, que ya no pueden ser considerados como meras funciones matemáticas. Un empresario es, de cierta manera, una figura disruptiva, puesto que modifica, crea, incentiva, aprovecha vacíos, por lo que los métodos matemáticos orientados exclusivamente al estudio de un punto de equilibrio fallan en aprehender su importancia. En este sentido, la praxeología propuesta por Von Mises constituye uno de los intentos más interesantes de acercarse a la realidad económica.

Referencias:

Von Mises, L. (2011). La acción humana (10a Ed.). Recuperado de http://latlibre.org/wp-content/uploads/2019/02/AH.pdf